Marino Escobar Arias: 35 años formando talentos en la Banda Sinfónica Estudiantil de Aranzazu

Foto • De Archivo • El Caldense

Marino Escobar Arias, hijo de Salamina y residente ilustre de Aranzazu, es un referente en la escena musical del departamento. Desde 1989, ha dedicado su vida a la formación de nuevas generaciones a través de la Banda Estudiantil de Música de Aranzazu, adscrita a la Institución Educativa Pío XI y en la que también participan estudiantes de la Normal Sagrado Corazón. Su pasión, disciplina y compromiso han sido pilares fundamentales para la consolidación de este proyecto musical.

Conversamos con él sobre su trayectoria, sus motivaciones y los retos que enfrenta en su labor.

¿Hace cuánto tiempo trabaja con la Banda Estudiantil de Música de Aranzazu y cómo ha sido su experiencia durante estos años?

Llevo 35 años al frente de la banda, dedicando mi vida a la formación musical de niños y jóvenes. Ha sido una experiencia enriquecedora, llena de retos y satisfacciones, viendo crecer a varias generaciones de músicos que han pasado por este proyecto.

¿Cuáles fueron sus primeros contactos con la música y qué lo motivó a dedicarse a esta disciplina?

Mi acercamiento a la música se dio desde la infancia. El esposo de mi tía tenía un grupo musical que ensayaba en los bajos de mi casa, y entre sus integrantes estaba el maestro Víctor Osorio. Era un grupo de cuerda y viento, lo que despertó mi interés. Además, cuando acompañaba a mi madre a las procesiones de las fiestas de la Virgen, me llamaba la atención la banda y me acercaba a ella. Con el tiempo, me convertí en el encargado de llevar las partituras de los músicos. Finalmente, ingresé a la Banda Estudiantil de Música bajo la dirección del maestro Rafael Gallego, quien fue mi primer profesor. Desde entonces, la música se convirtió en mi pasión y mi camino profesional.

¿Cuáles fueron los primeros instrumentos que aprendió a tocar y cuál es su relación con ellos hoy en día?

Comencé con la percusión en la Banda de Salamina, un instrumento que me permitió desarrollar el sentido rítmico y la coordinación. Luego aprendí a tocar el fiscorno, lo que amplió mis habilidades en la interpretación de instrumentos de viento. Finalmente, llegué a la trompeta, que es el instrumento que interpreto actualmente y con el que me siento más identificado.

¿Cómo llegó a dirigir la Banda Estudiantil de Música de Aranzazu y qué lo motivó a asumir este reto?

Soy egresado de la Banda de Salamina, donde tuve mis primeros acercamientos a la dirección de la mano del maestro Guillermo Ramírez. Tras graduarme y realizar un taller en dirección de bandas, surgieron oportunidades para postularme como director. Me presenté a un concurso y fui seleccionado para desempeñar este cargo, que ejerzo con pasión hasta el día de hoy. Lo que me motivó fue la posibilidad de formar a nuevas generaciones de músicos y contribuir al desarrollo cultural del municipio.

¿Qué lo motiva a seguir trabajando con la banda y cuál es su mayor satisfacción en este proceso?

Mi principal motivación es formar personas antes que músicos. Además, creo firmemente en la música como una herramienta para la construcción de paz, algo que nuestro país necesita con urgencia. Finalmente, la música es mi pasión, y enseñarla me brinda una gran satisfacción personal. Ver el crecimiento de los estudiantes, su evolución musical y cómo la banda se convierte en una familia es algo invaluable.

¿Cuáles son los principales retos de dirigir una banda estudiantil en la actualidad?

Uno de los mayores desafíos es la competencia con las distracciones modernas, como internet, los juegos electrónicos y los teléfonos celulares. Los jóvenes están cada vez más absortos en la tecnología, lo que dificulta mantener su atención en la música. Además, el proceso de formación es cíclico: cada año ingresan nuevos integrantes, por lo que hay que empezar desde cero con un grupo considerable de músicos. También enfrentamos retos logísticos y de recursos, ya que mantener una banda requiere apoyo continuo en capacitación, instrumentos y espacios adecuados para la práctica.

Creo firmemente en la música como una herramienta para la construcción de paz, algo que nuestro país necesita con urgencia

¿Cuál es la clave del éxito de la banda y qué factores han sido determinantes en su permanencia?

El apoyo institucional es fundamental. La Gobernación de Caldas respalda la banda mediante la asignación de un director, dotación instrumental y capacitaciones. También recibimos respaldo del municipio y de las instituciones educativas, con el compromiso de rectores, coordinadores y docentes.

Otro factor clave es la Asociación Bandística, que gestiona recursos para el bienestar de los estudiantes. A esto se suma el apoyo incondicional de los padres de familia y de la comunidad de Aranzazu, que siempre ha estado presente en nuestro crecimiento. Finalmente, contar con instrumentos adecuados y un espacio de ensayo apropiado ha sido crucial para el desarrollo del proyecto.

¿Qué mensaje le envía a la comunidad de Aranzazu y a quienes han apoyado este proceso?

Agradezco profundamente el respaldo de la comunidad, que ha sido vital para el desarrollo de la banda y de nuestros estudiantes. Su apoyo constante nos impulsa a seguir adelante en la formación de nuevas generaciones de músicos. Además, valoro la solidaridad que siempre han mostrado, no solo con la banda, sino con quienes más lo necesitan. Gracias por hacer parte de esta gran familia musical y por creer en el poder transformador de la música.

Esta entrevista es una adaptación del primer número de la revista El Caldense (Año 2018)
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