El 10 de diciembre se quemó una bella construcción histórica en el centro de Manizales, una que queda en la calle 22 entre la carrera 21 y 20, a un costado de la Gobernación. Es esa edificación de especial valor, porque representa una transición del estilo republicano en Manizales donde este se libera de lo neoclásico y sus aplicaciones y opta, no por decorar su fachada con elementos romanos, sino el arquitecto usó las formas de las ventanas como adorno.
La ciudad reaccionó con pesar, porque esa pérdida es significativa y seguramente afloraba un miedo atávico de perder la ciudad y lo que ella representa. Curiosamente, las entidades que reaccionaron ante el daño fueron los bomberos, que ese mismo mes dictaminaron que esa edificación se constituía en una amenaza para repetir su avalúo el 27 de febrero, hasta que el Consejo Municipal de Riesgo, el 10 de marzo, solicitó al Ministerio de Cultura permiso para su demolición, ya que el inmueble está amparado por esta entidad como patrimonio.
Digo curioso, porque las entidades encargadas de salvaguardar ese patrimonio no se pronunciaron y no se atrevieron a presentar un plan de cómo salvar esa edificación. Se dejó que una parte de la Alcaldía se encargara del tema, negándose la otra a actuar en defensa del patrimonio. Pienso que lo que amenaza ruina no es solo esa casa, sino nosotros los manizaleños, que, referente a nuestro más preciado patrimonio cultural, no hacemos y menos exigimos nada.
Si hace escuela ese truco nefasto de quedarse callados los organismos que tienen a su cargo la protección de ese patrimonio, el Centro Histórico estará gravemente amenazado, ya que muchos propietarios verán la forma de cómo deshacerse de sus vetustas propiedades por medio del fuego.
La mayoría de esas construcciones son en bahareque y presentan hoy en día un inmenso deterioro en su interior, que si sus estructuras sufrieran algún daño, causarían inclinaciones como se notan en esa casa, amenazando las viviendas continuas. Pero, así como es de aparatoso el daño, es de sencillo su arreglo. Hay técnicas de recuperar inmuebles en esas condiciones y no son costosas; se vuelven muy caras por la burocracia del Ministerio, que pide muchísimos estudios, la mayoría innecesarios ante una urgencia manifiesta como esta. Pregunto: ¿Qué ayuda recibe un propietario en esta situación? Seguramente solo se le entregan las normas que debe cumplir para no ser multado si pretende hacer algo con su arruinado edificio.
Hace 100 años se quemaron 216 edificaciones y la ciudad supo reaccionar ante ese reto. Hoy vemos que el reto es mayor que la respuesta. Nos damos cuenta de que no existe una legislación que tenga en cuenta estas situaciones y los que cobran por manejar este tema se quedan con los brazos cruzados. Carecemos de una legislación afable con el dueño, que también está amenazado, pero sobre todo, carecemos de actitud para preservar algo que solo hemos heredado con la obligación de entregarlo en las mismas condiciones a las generaciones que nos siguen.