1969: el año en que Aranzazu vivió momentos de angustia por el fuego

Adaptación de "Aranzazu: su historia y sus valores" | José Miguel Alzate



El 26 de abril de 1969, un incendio de grandes proporciones se desató en Aranzazu, generando pánico entre los habitantes. El fuego comenzó a las siete de la noche en una colchonería ubicada junto a Residencias Suramérica. La causa del siniestro fue la imprudencia de un menor de edad, quien arrojó una brasa encendida sobre un montón de paja. En cuestión de minutos, las llamas se propagaron rápidamente, amenazando con consumir varias viviendas aledañas.

Uno de los primeros en percatarse de la emergencia fue Aníbal Giraldo Serna, propietario de una tienda en la esquina, quien, al ver el avance del fuego, intentó contenerlo arrojando agua mientras llegaban los bomberos. Alberto Giraldo Soto, dueño de una miscelánea cercana, también se sumó a las labores de auxilio, ayudando a evacuar los enseres de las viviendas afectadas. Cuando la máquina de bomberos arribó cinco minutos después, la calle ya estaba llena de colchones, muebles y otros objetos rescatados.

El incendio captó la atención de medios de comunicación en Manizales, pero la información difundida resultó ser exagerada y alarmista. Una emisora local afirmó que el fuego había consumido tres manzanas y que había al menos 15 muertos, lo que causó gran preocupación, especialmente entre los aranzacitas residentes en la capital del departamento. Al día siguiente, el secretario de Fomento y Desarrollo de Caldas, Gustavo Hencker Botero, visitó el lugar y confirmó que solo tres viviendas habían sido destruidas y no hubo víctimas fatales. Aprovechó la ocasión para criticar el manejo irresponsable de la noticia por parte de la emisora.

A pesar del peligro, la comunidad se unió para ayudar a los damnificados. Vecinos y transeúntes colaboraron en la evacuación de los enseres, lanzándolos por las ventanas y resguardándolos en las aceras. Mientras tanto, los bomberos de Aranzazu, que apenas cuatro meses antes habían recibido su máquina extintora, trabajaban arduamente para sofocar las llamas. Ante la intensidad del fuego, solicitaron apoyo a los cuerpos de bomberos de Neira y Salamina, quienes llegaron cerca de las ocho de la noche, cuando ya dos viviendas habían sido consumidas.

La atención del incendio generó controversia. Dos días después, el diario La Patria publicó una carta firmada por Helí Soto Giraldo, teniente honorario del Cuerpo de Bomberos de Aranzazu, en respuesta a críticas de un oficial de Manizales, quien aseguró que la emergencia no había sido atendida correctamente. En la misiva, Soto Giraldo defendió la labor de su equipo, argumentando que el oficial nunca había ofrecido la asesoría que mencionaba y, por tanto, no tenía autoridad para cuestionar su desempeño.

Este incendio fue el tercero de gran magnitud en Aranzazu, pero el primero que pudo ser enfrentado con un cuerpo de bomberos organizado y equipado. En ocasiones anteriores, la falta de infraestructura había agravado los daños. En esta oportunidad, aunque el equipo tenía poco tiempo de funcionamiento, logró contener el fuego y evitar una tragedia mayor. Luis Gómez, comerciante del sector, expresó su alivio al ver que las llamas fueron controladas antes de alcanzar su negocio.

Las pérdidas materiales fueron considerables y se estimaron en 500 mil pesos. Sin embargo, la rápida respuesta de la comunidad y los bomberos permitió minimizar los daños y evitar la pérdida de vidas humanas. El incendio dejó en evidencia la importancia de contar con un cuerpo de bomberos bien preparado y la necesidad de un manejo responsable de la información en situaciones de emergencia.

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