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Aranzazu: 169 años de historia



La Legislatura de Córdoba expidió el 9 de noviembre de 1853 el decreto por medio del cual se creaba el Distrito Parroquial de El Sargento. Sin embargo, el decreto eclesiástico de la Diócesis de Santafé de Antioquía que erigió la parroquia dice en su artículo tercero que la fecha fue el 16 de noviembre. ¿Quién tiene la razón? Quien estas líneas escribe tuvo esa incertidumbre mientras escribía el libro Aranzazu, su historia y sus valores. ¿Qué hizo para establecer la fecha exacta? Simplemente le dio credibilidad a la fecha establecida por la entidad que creó el corregimiento. Pensó que, en el caso del decreto eclesiástico, expedido el 11 de junio de 1854, la Diócesis de Santafé de Antioquia se había equivocado en la transcripción de la fecha.

Y así fue. Esto lo pude corroborar durante una visita que como autor hice a la Ciudad de Medellín después de publicado el libro. Efectivamente, en los archivos del Departamento de Antioquia aparece registrada como fecha de fundación el 9 de noviembre. En consecuencia, esta fecha debe tomarse como referente histórico para hablar sobre su fundación, no otra. Es decir, el próximo 9 de noviembre mi pueblo cumple 169 años de haber sido fundado. ¿Es importante celebrar este nuevo aniversario? Claro que sí. Es de esperar, entonces, que la Administración Municipal organice alguna actividad en este sentido. Los aranzacitas debemos recordar con júbilo este hecho histórico y rememorar con alegría el pasado. Debemos volver a las páginas de nuestra historia para saber quiénes somos y de dónde venimos.

Aranzazu es el fruto del trabajo de una raza pujante que descuajó montañas para fundar pueblos. Su historia se ha escrito con el trabajo honrado de cientos de hombres y mujeres que han aportado lo mejor de su vida para alcanzar el desarrollo. Desde aquellos años en que un grupo de hombres intrépidos se atrevió a desafiar una naturaleza inhóspita, movilizándose por trochas que ellos mismos iban abriendo, la grandeza de una raza empezó a expresarse en las creencias de sus pobladores. Los herederos de aquellos hombres que con un carriel de nutria colgado al hombro hicieron posible la fundación aprendieron la lección de sus antepasados. Y continuaron desbrozando montañas a punta de hacha. Así se hizo realidad el sueño de fundar un pueblo.

¿Qué son 169 años en la historia de un pueblo? Una acumulación de fechas que han marcado hitos en su devenir histórico, una oportunidad única para testimoniarle a nuestros antepasados la gratitud por los valores que nos legaron, una ocasión para analizar por qué somos como somos: aventureros, soñadores y con una extraña habilidad para hacer dinero. Pero más que esto, es una conmemoración de la gesta fundadora que nos brinda un excelente espacio para hablar de nosotros, para conocer un poco más de nuestro pasado histórico, para valorar todo lo que le hemos entregado a la patria como comunidad. Porque han sido 169 años entregándole a Colombia hombres que construyen patria. 169 años durante los cuales hemos construido una sociedad cimentada en principios y valores.

Quienes tuvimos el privilegio de nacer en Aranzazu somos descendientes de arrieros antioqueños. Por nuestras venas corre sangre de aventureros, de hombres que no se arredraban ante el peligro, de campesinos orgullosos de sus ancestros. Nuestros antepasados fueron hombres visionarios. Antioqueños que se aventuraron por caminos enmarañados para descubrir estas tierras que le dieron reposo a su fatiga. A los aranzacitas nos acompaña "un corazón camandulero", como escribió alguna vez César Montoya Ocampo. Ello es herencia de nuestros abuelos antioqueños. El rosario en familia, arrodillados frente a una imagen de la virgen, fue una costumbre que nos inculcaron, desde niños, en el hogar. Y el respeto a los mayores una costumbre que nos llena de orgullo.

¿Cómo va a celebrar Aranzazu estos 169 años de historia? Rindiéndole tributo de gratitud a aquellos hombres que en una época en que no existían siquiera caminos de herradura se aventuraron a fundar un pueblo que hoy es orgullo de Caldas. Ellos no midieron distancias para hacer posible el espacio de nuestros sueños. Tampoco vacilaron ante el peligro que representaban los animales salvajes que entonces había en estas tierras. Hoy, 169 años después, nosotros no podemos vacilar para celebrar esta fecha. Encendamos entonces las fogatas de la alegría para decirle a Caldas, llenos de orgullo, que Aranzazu es un pueblo forjado en principios cristianos, orgullo de una raza. Un pueblo construido a golpes de hacha, con aroma de café en sus campos y un aire cálido bañando sus calles.

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