El pasado 15 de febrero, el Fondo Monetario Internacional había destacado a Colombia como uno de los países con uno de los más acelerados crecimientos económicos de la región después de superada la pandemia del COViD-19. Sin embargo, el país no había digerido aún el anuncio, cuando el mismo FMI emitió una alerta sobre el peligro que asecha a la seguridad alimentaria mundial, causado por el conflicto ucraniano y del que no se salvarían los colombianos.
El año pasado, Ucrania había logrado crecer un 3,2% en sus cifras económicas pero la invasión de su territorio, puesta en marcha por el gobierno de Rusia, "cambió radicalmente la economía", informó Vladyslav Rashkovan, director ejecutivo del FMI en representación de Ucrania en una declaración al órgano económico internacional. Se estima que el país cuenta con una reserva internacional de 27.500 millones de dólares, lo que garantizaría satisfactoriamente los compromisos con la deuda externa, pero las exportaciones si resultarían afectadas.
A Ucrania se le conoce como el granero de Europa, dado que es una de las naciones con mayores exportaciones de trigo y otros cereales, esto junto a Rusia. Países como Afganistán, Etiopía, Siria y Yemen serían los más afectados por la crisis del trigo, tomando en cuenta su dependencia del producto.
Ahora, la crisis no solo afectaría a Europa. Colombia importa gran parte de sus agro insumos de Rusia y Ucrania. En materia de fertilizantes de urea, importantemente utilizados en la gran y pequeña industria agrícola local, un 42% son traídos de estos dos países. Rusia es uno de los más cercanos socios comerciales de Colombia para la importación de estos productos necesarios en la producción nacional. El encarecimiento de los alimentos en Colombia sería un efecto subsecuente al alza de los precios de los agro insumos.
El presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, Jorge Enrique Bedoya, indicó que el precio de los fertilizantes puede obligar a algunos sembradores a cesar su actividad y a otros a reducir la oferta.
