Por: Uriel Ortiz Soto
Siempre he sostenido que las mujeres de mi natal Aranzazu, llevan en su tersura y personalidad, los encantos de: belleza, amor y poesía.
Su figura y majestuosidad, se asemeja a las bellas y perfumadas flores, que con su naturalidad conquistan a quienes a su alrededor las acechan, para dar derroche a sus galanterías y pretensiones de futuros enamorados.
Todas llevan en su candor y delicadeza, la sonrisa campesina de cada una de las treinta veredas de la comarca Aranza cita, que por su tranquilidad; don de sus gentes y emprendimiento, son verdaderas estaciones del cielo en los confines de la tierra.
Ellas, han sido la inspiración de notables poetas y acuciosos escritores, que no ahorran en su plumaje, la descripción de los atributos femeninos de nuestras bellas mujeres del pueblo, faro del norte, donde se “ama, se vive y se espera”.
Son muchos los turistas, agentes viajeros y transeúntes, que al pasar por el pueblo de Aranzazu, se quedan para siempre vinculados a él, anclados en el tierno corazón de las querencias de una Aranzacita.
En cada amanecer y anochecer, se ven las siluetas de nuestras doncellas, preparándose para el inicio de una nueva jornada, o alistándose, para recogerse en la dulzura de sus sueños, que con frecuencia, son interrumpidos a altas horas de la noche, con serenatas, que les llevan sus noctámbulos enamorados.
Por motivo de la pandemia, Covid 19, me ausenté de mi natal Aranzazu, por espacio de año y medio; al regresar, he encontrado un bello jardín de niñas, que frisan entre los 13 y 25 años; son como las flores de diferentes especies, variedades y colores, que nunca se marchitan; antes, por el contrario, dan consistencia a su postura y personalidad, que cautivan a propios y extraños, por su porte latino y belleza greco - caldense.
Total, mis queridos solterones y solitarios de las desventuradas noches de insomnio: no hay razón para que continúen sumidos en las penumbras del amor; trasládese a mi natal Aranzazu, que muy seguramente allí encontrarán el amor de su vida; las hay de todas las estirpes, bellezas y perfiles, pero, ojo, ni se le ocurra pedir anticipos de amor y si lo hace, que sea para cumplir con la palabra empeñada de matrimonio, puesto, que de lo contrario, se las tendrá que ver con el presunto suegro, que con zurriago en mano, lo obligará a cumplir la promesa matrimonial.