Cuando el arte fluye y se queda


Por: Eugenio Buitrago Marín

El hombre a través de su historia ha plasmado las memorias de su evolución, propiciando un ambiente reflexivo de su existencia; sucesos que han trascendido hasta nuestros días y que a la par de ellos, ha configurado un sinnúmero de expresiones que permiten identificar en la diversidad de razas, culturas y manifestaciones artísticas lo polifacético del ser humano.

El arte en sus distintas manifestaciones, al igual que la literatura y la música, han sido los medios con los cuales el hombre ha contado para plasmar su historia, a la vez que lo ha hecho trascender hasta los niveles más altos de la grandeza humana. Lo inédito de sus obras son el fruto de su inspiración, de la expresión de sentimientos vividos en un instante, alegorías que suscitan la controversia entre los más versados en el campo de las artes y de la misma ética y estética de sus creadores.

Aranzazu, cuna de escritores, pintores, músicos, periodistas y sacerdotes, ha puesto su grano de arena en el inmenso listado de artistas que han poblado la tierra. Bajo su cielo, donde se recrea la inspiración temprana, brotan las habilidades ligeras e inocentes de nuevos exponentes artísticos que cultivan y hacen trascender el legado histórico en las bellas artes de una tierra que atesora con recelo sus más preciados símbolos culturales.

Es entonces que fluye con espontaneidad la figura de Estefanía Hurtado Botero, joven apasionada por las letras y la pintura, recurrente en sus pensamientos para expresar a través de sus obras, la sensibilidad que rodea su sentir cotidiano. Desde su silencio profundo y meditativo es capaz de construir de la nada una idea lógica para plasmarla en ostentosos lienzos pictóricos; descifra con sutiliza el espacio necesario para ejecutar sus trazos, haciendo aparecer como por arte de magia la figura exquisita de una gran obra.

Expone su talento a temprana edad con la perspicacia de quien tiene en sus manos el carboncillo presto a ser creativo, su habilidad y talento es ingénito, su imaginación traspasa los límites de lo impensable en el mundo de la fantasía artística. Es el prospecto de persona que llevará el legado del arte aranzacita a permanecer en el tiempo; su talento, hace pensar que será una gran exponente en el campo de la pintura.

Nuevas capacidades se proyectan y se abren paso por los hendidos caminos poco valorados y estimulados, con el ánimo de alcanzar el reconocimiento que han tenido los grandes exponentes culturales del pasado en nuestra querida patria chica. Se debe volver entonces a la danza y el teatro, la música y la pintura que en otrora, merecieron el reconocimiento nacional y que han hecho de Aranzazu, una comarca de grandes artistas.
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