Conozcamos nuestro pueblo: la concesión Aranzazu

Toda la información de este articulo es tomada del libro “Aranzazu: su historia y sus valores”, del cual soy autor.


LA CONCESIÓN ARANZAZU

José María Aranzazu fue un español que se radicó en Rionegro en 1774. Allí contrajo matrimonio con María Antonia González. En 1780, después de un viaje que realizó entre Rionegro y Bogotá, solicitó al Rey Carlos Vl que le fueran concedidos los terrenos que conformaban un inmenso latifundio que se extendía desde Aguadas casi hasta el municipio de Chinchiná. La ruta escogida por José María Aranzazu fue el río Cauca hasta la desembocadura del río Pozo para, escalando la serranía, cruzar por lo que hoy es el municipio de Salamina. De allí cogió hacia lo que se denominaba entonces el paso de Herveo hasta bajar a Mariquita y de allí ascender a la capital. Este viaje le permitió conocer los terrenos baldíos que luego reclamaría en concesión.

El documento que le concede la capitulación es muy preciso en este sentido. Respecto a los límites dice: “Por el nacimiento del río Pozo cortando derecho, del río Cauca a la línea que va de ésta hacia abajo hasta embocadura de la quebrada Paucura y la que, buscando el nacimiento del mismo, corta en derechura a la cumbre más alta y va a encontrarse con el nacimiento del citado río Pozo”. Como puede verse, es una extensión muy inmensa de terreno. La capitulación real le fue concedida en 1801. Aunque en el documento se advierte claramente que estas tierras están ubicadas en jurisdicción de Rionegro, en el mismo se solicita a los jueces de Arma dar posesión de los terrenos a su nuevo propietario. Sin embargo, la corona no alcanzó a hacerle entrega de la cédula real de posesión debido a que la guerra de independencia se interpuso.

José María Aranzazu solicitó “lo que abarcó su vista, lo que dominó con su mirada ávida de riqueza”, dice Otto Morales Benítez. Y según su propio hijo, Juan de Dios Aranzazu, en carta fechada en 1843, dos años antes de su muerte, “En uno de los viajes que hizo mi padre de esa a esta provincia cogería por ahí en un alto con un anteojo y cuánto alcanzó a ver con él, vino y lo capituló”. Hasta entonces los grandes latifundios habían sido entregados a los familiares de los conquistadores o a los cortesanos favoritos de la corona. Y el señor Aranzazu era uno de ellos. El solamente se acogió a los lineamientos de la carta fechada en Medina del Campo donde se autorizaba a Cristóbal Colón para hacer entrega de tierras a toda persona de origen español que llegara en los viajes del descubrimiento, después de 1492.

Una vez obtenidos los terrenos, el señor José María Aranzazu jamás volvió a recorrer esas tierras, ni mucho menos se interesó por cultivarlas o hacerlas aptas para levantar ganado. Se olvidó de ellas. Solo cuando se empezaron a producir las migraciones de antioqueños hacia estos lados entró en razón de cuánto podían valer las tierras que le habían sido concedidas. Fue cuando, enfrentándose a los colonos, hizo valer sus derechos. Los mismos que casi pierde cuando, después de muerto, sus herederos reclamaron la propiedad de esas tierras. El padre de José María Aranzazu, un señor de nombre Juan Blas de Aranzazu, que se estableció en la ciudad de Honda en 1764, fue el primer ciudadano español que con este apellido llegó a Colombia. Años más tarde llegarían su esposa y su hijo.


El historiador Ricardo de los Ríos Tobón sostiene que el límite sur de la capitulación se forma de la unión de los ríos San Lorenzo y Chamberí. Así lo dice: “Como el texto real habla del río Pozo hasta su nacimiento, si se considerara como Pozo el curso del San Lorenzo la Concesión Aranzazu habría sido solamente el territorio actual de Pácora. Y si se tomara como Pozo el Chamberí, el área cedida incluiría los actuales territorios de Salamina y Pácora”. 25 años después de entregada la Concesión los herederos de José María Aranzazu aprovecharon para que se les legalizara un terreno mayor al que inicialmente se les había concedido. De los terrenos hasta Chinchiná se apoderaron valiéndose de testigos falsos. Elías González, que era cuñado de José María Aranzazu, fue el artífice de esta apropiación indebida. 

La Concesión Aranzazu debió enfrentar varios pleitos por la posesión de las tierras, Los colonos pretendían hacerse a esos terrenos para mejorarlos. A lo que se opuso Elías González. Para sustentar la propiedad, la familia Aranzazu argumentaba que las mencionadas tierras las habían dedicado, desde los años en que les fue otorgada la concesión, a la crianza de ganado y a la producción agrícola.  Aseguraban que por esta razón esas tierras no presentaban aspecto selvático. Tales argumentos, sin embargo, eran falsos, porque los terrenos todavía no habían sido desbrozados, ni cultivados. Es decir, sus propietarios “no se preocupaban por darle uso económico a las inmensas concesiones que se les otorgaba”. La solicitud la hicieron para evitar la usurpación de la propiedad por parte de algunos colonos.

Cinco años después de la Batalla de Boyacá, ocurrida el 7 de agosto de 1819, los Aranzazu hacen reclamación de sus títulos. Los que les son concedidos el 8 de octubre de 1824, después de un juicio civil en donde solo aportaron testigos a falta de documentos probatorios de su propiedad. Para esa época desempeñaba la Presidencia de la República el general Francisco de Paula Santander. Según el historiador Albeiro Valencia Llano, en el momento de reclamar ante las autoridades colombianas la propiedad de los mencionados terrenos los descendientes de José María Aranzazu no presentaron títulos que los acreditaran como tales. No obstante, se les reconocieron sus derechos sin siquiera haber tomado posesión de la tierra, ni mucho menos haberla trabajado.

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