Por: José Miguel Alzate
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Pedronel Castaño en una de sus conferencias | Foto | Cortesía |
Ha sido siempre un hombre inquieto. Cuando terminaba sus estudios de bachillerato en el Colegio Pio XI tomó la decisión de vincularse al ejército, y no hubo poder humano que fuera capaz de convencerlo de que la carrera de las armas era riesgosa. “Usted puede perder la vida si le toca trabajar en una zona de violencia, o si le toca participar en un enfrentamiento con la guerrilla”, le dijo uno de sus compañeros de salón. Pero no le hizo caso a esa advertencia. Era entonces un muchacho delgado que no le daba miedo asumir riesgos. “Si está escrito que voy a morir joven, me tocará en cualquier escenario donde me encuentre. No me preocupa si es como oficial del ejército”, contestó cuando una tía le sugirió que tomara otra carrera.
Antes de iniciar la carrera militar, Pedronel Castaño Alzate vendió mercancía puerta a puerta. Fue mientras esperaba a que de la oficina de incorporación del ejército lo llamaran para iniciar el curso de subteniente en la Escuela Militar de Cadetes. Como la familia viajó a Barranquilla para tomar las riendas de los negocios que un hermano dejó después de que perdiera la vida en un accidente de tránsito, no tuvo ningún inconveniente en echarse al hombro un lote de telas e irse a recorrer barrios de la capital del Atlántico para tocar portones y ofrecer los productos para pagarlos en cómodas cuotas semanales. Fue por los años en que ese negocio ofrecía la posibilidad de salir de la pobreza a quienes se aventuraban con poco capital a convertirse en comerciantes.
Era bueno para las ventas. Como tenía facilidad de expresión y, además, era entrador con la gente, el primer día como vendedor hizo cuarenta y cinco ventas. Cuando regresó, por la noche, a la casa en el barrio María Modelo, el papá le dijo que mejor se quedara trabajando con él y se olvidara de sus sueños de convertirse en oficial del ejército. Pero el muchacho ambicioso que era entonces Pedronel Castaño Alzate le contestó que el esfuerzo que había hecho al presentar las pruebas no lo iba a dejar perder. No obstante que ese primer día de trabajo se ganó lo que podría haberse ganado en una semana como empleado en un almacén, espero con ansiedad a que fuera llamado para iniciar su carrera militar.
Al ejército ingresó con el sueño de llegar a un grado alto. Pero también con la mira puesta en la búsqueda de su independencia económica. Mientras hacia el curso para subteniente, en vacaciones viajaba a Barranquilla para compartir con su familia. Pero también para insistir en la venta de mercancía puerta a puerta. Los paisanos que lo veían tocando portones para ofrecer sábanas, toallas y cubrelechos no podían darle crédito a lo que veían. Que un joven que estaba formándose en la academia militar aprovechara las vacaciones para ganarse unos pesos extras les parecía extrño. Pedronel Castaño Alzate lo hacía porque estaba seguro de que ahí podría encontrar la forma de ganarse unos pesos extras que le servirían para ayudarse mientras obtenía el grado de subteniente.
En el ejército demostró que era un buen motivador personal. Sus superiores descubrieron esta faceta de su personalidad porque escuchaban entre la tropa comentarios de sus exposiciones sobre crecimiento personal, sobre cómo superar las dificultades, sobre cómo mejorar la autoestima, sobre cómo crecer en valores y sobre cómo triunfar en la vida. Fue tanta la acogida, que llegó un momento en que le encargaron hablarles a sus compañeros sobre estos temas. Tenía entonces el grado de capitán y, además, había leído muchos libros de motivación personal. Leyendo a Camilo Cruz, a Miguel Angel Cornejo, de Daniel Goleman, a Dale Carnegie y a Robert Kiyosaki aprendió sobre actitud mental positiva.
Sus compañeros se sorprendían de ver la autoridad con que les hablaba sobre el éxito y el fracaso, sobre cómo aprovechar las oportunidades, sobre cómo se logra la actitud mental positiva y sobre cómo llenarse de entusiasmo para superar las adversidades. Pero también se sorprendían de su espíritu para crear empresa, de sus ideas como emprendedor, de su deseo de tener independencia económica. Todo porque desde que obtuvo el grado de teniente efectivo alternaba sus actividades como ingeniero de obras civiles y militares con los negocios. Tenía un local donde distribuía cuadros pintados al óleo y, además, mercancías al por mayor. El éxito obtenido en estos negocios le hizo fijarse una meta: obtener el grado de teniente coronel e inmediatamente retirarse para dedicarse a la actividad comercial.
Con los grados de capitán y mayor recorrió casi todos los batallones de Colombia coordinando como ingeniero militar obras de infraestructura en regiones apartadas. Pero también hablando sobre ese tema que se le convirtió en un proyecto de vida. Tanto, que una vez retirado del ejército fundó una empresa, Seminarios Colombia, especializada en dictar conferencias sobre motivación y liderazgo en todo el país. Fruto de esa experiencia, el coronel en uso de buen retiro Pedronel Castaño Alzate, que nació en Aranzazu un 23 de abril, escribió el libro “Motivación y liderazgo. Diez principios para alcanzar el éxito”, que lleva cuatro ediciones. También un texto llamado “Éxito y fracaso”, donde explica cómo el éxito es también el resultado de algunos fracasos.
Ahora este aranzacita que como mayor ejerció de enlace entre el Ejército Nacional y el Senado de la República y que fue coordinador de los programas de vivienda con destino a los miembros de la institución, aprovecha lo que está viviendo el mundo como consecuencia del coronavirus como una oportunidad para nuevos negocios. Sus viajes dos veces al año a la China para, como importador, traer al país productos de consumo en el hogar, le han servido para distribuir durante esta pandemia tapabocas chinos de diferentes calidades. Mientras millones de colombianos están encerrados en sus casas para evitar un contagio, Pedronel Castaño Alzate, que importó de la China un millón de tapabocas, recorre el país para comercializarlos.
Este militar aranzacita que ama a su pueblo como pocos, que impulsa a sus amigos porque le gusta verlos hacer realidad sus sueños, que ha recorrido el mundo explorando oportunidades de negocios, que ha hablado de crecimiento personal en universidades y entidades públicas, es hoy un industrial de éxito. Ha posicionado en el mercado colombiano su propia marca de ventiladores: Breeze Line. Ahora motiva a los emprendedores para que, en medio de la crisis que vive el mundo como consecuencia del coronavirus, encuentren oportunidades para superar las dificultades. “Oportunidades en tiempos difíciles” es la conferencia que viene dictando en diferentes ciudades para enseñarle a la gente como enfrentar las circunstancias adversas.