Por: José Miguel Alzate
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Foto | Cortesía |
Los caldenses crecimos escuchando a Radio Manizales. En los años sesenta era la única emisora que llegaba a todos los municipios del departamento. Tenía entonces tanta potencia, que en las horas de la noche era posible escucharla en ciudades como Bucaramanga, Ibagué o Cúcuta. Mientras al oriente de Caldas solo llegaban las cadenas básicas que transmitían desde Bogotá, con sus quince kilovatios de potencia Radio Manizales entraba a estas poblaciones con un excelente sonido. Era la única forma de que los pobladores de esta región se enteraran de lo que pasaba en el resto del departamento. Como La Patria llegaba un poco tarde a Marquetalia, Pensilvania, Victoria o Samaná, sus habitantes se acostumbraron a sintonizar Radio Manizales desde las cinco de la mañana.
Quien esta columna escribe puede decir que la pasión por el periodismo se le despertó escuchando a la que entonces se denominaba Primera emisora de Caldas. Por los años setenta, Radio Manizales era la emisora más escuchada en Aranzazu, el pueblo donde vine al mundo. Mi padre, que tenía un taller donde arreglaba zapatos en un local contiguo a la casa de habitación, todos los días, al despertar, lo primero que hacía era sintonizar esta emisora. Antes de salir para misa de siete, a la que nunca faltaba, se enteraba de lo que pasaba en el país y en el departamento escuchando el Noticiero Crónica, que por esas calendas dirigía Orlando Cadavid Correa, un maestro del periodismo que, después de emigrar para Bogotá, alcanzó renombre nacional al convertirse en director de Radio Sucesos RCN y, luego, de Colprensa.
Radio Manizales fue el primer referente que de niños tuvimos para saber qué pasaba más allá de nuestras montañas. Aunque la televisión había llegado a Colombia desde el 13 de junio de 1954, traída en el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, eran pocos las familias que en Aranzazu se podían dar el lujo de tener un televisor. Quienes queríamos ver series en blanco y negro como Hechizada debíamos ir a la casa de alguien que tuviera televisor para poder disfrutar esos momentos cuando la rubia Elizabeth Montgomery, que hacia el papel de Samantha Sthephens, desaparecía ante los ojos incrédulos de Darrin Stephens, su esposo, cualquier objeto de la casa. En mi pueblo los televisores llegaron a muchos hogares solo cuando el papa Pablo Sexto visitó a Colombia en 1968.
Esta fue una de las razones para que de niños estuviéramos pendientes de un radio. Como en nuestra casa no había televisor, debíamos entretenernos con los programas de las emisoras. A las once de la mañana, cuando regresábamos de la escuela en busca del almuerzo, lo primero que hacíamos era sintonizar a Radio Manizales. Queríamos saber qué había sucedido en Colombia. Y como el slogan “Nos oyen y nos creen” había hecho carrera en la radio colombiana, buscábamos el Noticiero Todelar de Colombia para estar bien informados. Bajo la dirección de Antonio Pardo García y en la voz de Eduardo Aponte Rodríguez recibíamos entonces toda la información. Después llegaría a la dirección Jorge Enrique Pulido, asesinado por Pablo Escobar, y las noticias las leía Jorge Antonio Vega.
Radio Manizales fue fundada por el líder cívico Alberto Hoyos Arango el primero de septiembre de 1932. Su primera salida al aire tuvo lugar veintinueve días después. Según el historiador Guillermo Ceballos Espinosa, Hoyos Arango era un importador de cemento. Lo traía de Dinamarca. Convencido de que la ciudad necesitaba un medio de comunicación, comprometió a su amigo Roberto Baena en la para entonces quijotesca empresa de montar una emisora en Manizales. “Con una potencia inicial de diez kilovatios, y desde un local cedido por la Gobernación de Caldas, irrumpió en el dial”, dice Ceballos Espinosa. Como para la época eran pocas las estaciones de radio que había en el país, Radio Manizales fue escuchada en muchos rincones de Colombia. Y se sembró en el alma de los caldenses.
La desaparición de Radio Manizales nos llena de nostalgia. Crecimos con esta emisora. Era, por lo tanto, cercana a nuestros afectos. A través de sus ondas sonoras nos enteramos, desde los años de la infancia, de lo que pasaba en Colombia. Fue la precursora de los radionoticieros. El 30 de octubre de 1934 Arturo Arango Uribe tuvo la idea de fundar el noticiero Crónica, que se convertiría en el decano del periodismo radial. Duele saber que desaparece un medio de comunicación que nos brindó entretenimiento. Programas de humor como Los Chaparrines, Las aventuras de Montecristo, La escuelita de doña Rita y los chistes de Hebert Castro nos transmitieron alegría. ¿Quién de mi generación puede decir que no escuchó Kalimán? Nuestros abuelos lloraron escuchando, en su dial, El derecho de nacer, de Félix B Caignet.