Editorial
Los monocultivos de hass se han regado como pólvora en las tierras del norte y han llegado hasta Aranzazu.
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Foto | Cortesía |
La crisis cafetera que afronta el país hace más de 10 años obligó a algunos caficultores a abandonar la labor que era, para entonces, el centro y nervio de la microeconomía de las familias cafeteras. Caldas, que es un departamento con un considerable potencial de exportación, también percibió una transformación de gran magnitud en las dinámicas del mercado agrícola. Algunos emprendedores y modestos cultivadores vieron en el aguacate hass la reivindicación financiera de sus tierras, los prudentemente pequeños cultivos de hass fueron atrayendo el interés de grandes trasnacionales dedicadas a la producción y exportación masiva de la fruta en fresco.
Una negociación de varios años, entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el de Trump, logró establecer los vínculos comerciales necesarios para viabilizar la exportación del producto caldense. La primera subregión del departamento en poner un cargamento del fruto en Estados Unidos fue el norte, las primeras 34 toneladas del “oro verde” en Norteamérica fue pacoreño.
Los monocultivos de hass se han regado como pólvora en las tierras del norte y han llegado hasta Aranzazu. En la localidad han plantado bandera importantes industrias; una chilena, una peruana y una que otra de iniciativa nacional y local.
El notable cambio en el panorama cafetero de la localidad ha despertado preocupación entre los sectores ambientalistas. En las campañas para las elecciones regionales solicitaron reiteradamente a los candidatos fijar una posición en relación a la industria del aguacate hass, los aspirantes se mantuvieron prudentes y evitaron elevar opiniones que afectaran su proceso democrático.
El debate se encendió cuando las autoridades administrativas y ambientales de Aranzazu requirieron la presencia de las empresas dedicadas a tal actividad comercial. En una primera reunión, sostenida de manera privada, los ánimos se mantuvieron fríos, ninguna de las intervenciones lograron levantar polémica. Las empresas presentes fueron notificadas de los determinantes ambientales y algunas normas legislativas que deben regir al cultivo como actividad industrial.
El debate se encendió cuando las autoridades administrativas y ambientales de Aranzazu requirieron la presencia de las empresas dedicadas a tal actividad comercial.
En un segundo encuentro; entre el Concejo, El ICA, empresas privadas y particulares, las posiciones fueron diferentes: el alcalde se mostró con autoridad, pero en tono conciliador, el ICA se mostró a la defensiva del monocultivo, algunos concejales se mostraron curiosos y otros más bien confrontadores, los portavoces de Wakate se mostraron respetuosos y defensores de su actividad, los de Cartama inexpertos, nerviosos y con un pésimo manejo de la palabra.
Le exposición en el recinto del concejo sembró más dudas. No hubo una respuesta concluyente en si es o no contaminante la industria del aguacate hass. La única acción valiosa fue la de Diego Salgado, un entusiasta del periodismo de la localidad, de solicitar que una comisión del Concejo Municipal visitara los cultivos para corroborar que los lineamientos ambientales se siguieran. Hay que convenir que, para que la medida rinda frutos, los concejales de Aranzazu tendrán que estudiar juiciosamente la legislación ambiental vigente y, además, cómo funciona el cultivo de hass, tomando en cuenta que fueron puestos boca abajo con la retórica de los delegados del ICA y las empresas aguacateras.
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