¿Cómo es ser animalista en Aranzazu? Estos son los padecimientos de esta comunidad

Hoy el movimiento animalista crece en la región, desde las bases más populares se han generado una serie de procesos sociales que hoy podemos llamar movimientos por la protección de los animales. 
Foto | EL CALDENSE
Amparo Ospina Berrío es una manizaleña radicada en Aranzazu. Su más recientes años de vida los ha transitado en una finca de escasas magnitudes ubicada en la vereda conocida como La Honda, a pocos kilómetros del casco urbano de Aranzazu, en la vía que comunica a la localidad con Manizales. La existencia de la ex empleada judicial transcurre sin mayores particularidades, una vida de ciudad se transformó en una simple y sobria vida campesina.

Amparo profesa abiertamente un inmenso cariño por los animales, especialmente por los perros. Actualmente en su finca acoge a diez, de los cuales muy pocos, afirma, ha podido poner en adopción, "he logrado entregar pocos perros en adopción porque a mi me cuesta mucho trabajo. La gente viene por ellos, a los dos o tres días viene el animalito con la cadena, vuelven y se los llevan, pero a la tercera vez, me quedo con ellos", apunta.

La incansable actividad social de la manizaleña le ha causado una serie de problemas que han tenido sus orígenes en algunas entidades del estado. Amparo afirma haber padecido de persecución por parte vecinos, funcionarios públicos, funcionarios judiciales y, especialmente, por las autoridades policiales, que han llegado a su casa en múltiples ocasiones a imponer comparendos que llegan hasta el millón quinientos mil de multa. 

Las presuntas agresiones de las que ha sido víctima la señora Ospina han llegado a tal punto de severidad, según ella, que hasta un patrullero llegó a desenfundar su arma para apuntar a un perro mientras realizaba un procedimiento en el lugar, acto que ella considera inaceptable, y por razones de sentido común, nosotros también.


"La gente no es consciente de que ellos son seres vivientes, al campesino lo único que le interesa es la vaca que le da la leche y el caballo que les carga. Yo trato de intervenir en la defensa de cualquier animal, así no sea mío".

La animalista ha desarrollado un gran afecto por Aranzazu, sin embargo, los sistemáticos abusos de los que dice ser víctima le han obligado a pensar en la posibilidad de abandonar la población que le ha brindado residencia durante los últimos años. 

Hoy el movimiento animalista crece en la región, desde las bases más populares se han generado una serie de procesos sociales que hoy podemos llamar movimientos por la protección de los animales. Por otra parte, mientras en Aranzazu se celebra una misa por los animales, en algunos rincones del municipio, muchas de las personas que buscan defender los derechos de los animales a su medida, se ven violentados en sus derechos. Este diario ha conocido casos de animalistas y ambientalistas que han sido, incluso, amenazados de muerte.

Eward Cano Betancurt, también de Manizales, ha sido un reconocido animalista de su ciudad de origen y hoy de Aranzazu. Su labor ha sentado un precendente en la pequeña comunidad norte caldense. Su residencia en Aranzazu también se ha visto afectada en ocasiones por la agresión que ellos alegan estar padeciendo. Cano explica al animalismo como una filosofía de empatía, "el movimiento animalista es una tendencia que cada día tiene más, por así decirlo, seguidores. Es una tendencia de elección y de criterio de tomar a los animales como seres sintientes, es un simple acto de empatía", explica el economista.

Finalmente, y a pesar del constante e incansable acto de reivindicación social ejercido con ahínco por Amparo Ospina, su decisión esta tomada y será cambiar de residencia, ella y sus perros. Tal vez en otro lugar su loable esfuerzo sea agradecido y no reprochado como ha pasado en Aranzazu. "Soy inmensamente feliz aquí, pero con lo que ha pasado no hay de otra, tengo que irme".

EL CALDENSE
Artículo Anterior Artículo Siguiente