El kit politiquero


Las bondades de la política bien ejercida por parte de los que son elegidos para cargos públicos a través de elecciones  populares, tienen sus efectos positivos  desde de los buenos propósitos de los programas de gobierno, que a la par con el candidato, deben ser inscritos ante la Registraduría del Estado Civil, para ser desarrollados en los períodos de gobierno para los cuales son designados. De eso se tratan las buenas intenciones de las campañas políticas que durante tres meses, habrán de saturar con publicidades gráficas, cuñas radiales, arengas, gritos, vociferaciones, volantes, etc, a los ciudadanos en las calles y veradas de todo el territorio nacional; parece una fiesta democrática, donde pocos aspiran y muchos son los que eligen con su voto.

Por ser una fiesta democrática, la alegría que envuelve a los aspirantes parece contagiar a aquellos que acompañan constantemente los días rutinarios en la búsqueda incesante de votantes que puedan con su buena voluntad dar su voto por el candidato de su predilección. Es una fiesta colmada de abrazos, palmaditas, sonrisas, invitaciones a tomarse un tinto, de vez en cuando una gaseosa o cerveza si es del caso; no faltan los oportunistas, los incautos, los lamezuelas, que quieren sacar provecho económico de aquellos que por su presencia, su buen vestir, elocuencia al hablar y presunción al caminar, con donaires de grandeza y riqueza, venden su imagen de magnates cósmicos y aparentan poseer lo que en verdad les hace falta para mitigar las necesidades inmediatas de los votantes. A ello se suman también las personas serias, conocidas y respetadas; personas pensantes, cultas, las que tienen serios anhelos de que las cosas se encaminen por el buen sendero de la administración, las que sueñan con una corrupción borrada del mapa político, las que generan desarrollo y proveen de trabajo al humilde labriego; las que con honestidad sostienen a este país… de todo encontramos en el país del Sagrado Corazón. Todo lo anterior traducido en el disfrute propagandero de la cosa política.

En este apartado hago referencia a las viejas prácticas de proselitismo político que aún se mantienen vivas, dado que ha sido el eterno legado que dejaron los politiqueros y las malsanas costumbres de una sociedad hambrienta del estilo corrupto de hacer política. El mercado de compra y venta de votos, la demanda del tamal y la gaseosa, el bulto de cemento, las tejas y la lámina de zinc, la cuotica para la formulita médica y los servicios públicos, son entre otros (y los que aún no conocemos), los dolores de cabeza da cada periodo electoral para los candidatos aspirantes a corporaciones y cargos de elección pública, porque infortunadamente aún pululan éstas prácticas sociales en la política que hoy por hoy son sinónimo de corrupción.

Lo ideal sería que dentro de esta convocatoria a la cual nos invitan nuevamente para ejercer el derecho sagrado y democrático a elegir y ser elegido, tuviésemos en cuenta que el concepto de honestidad y transparencia, de la libre expresión, de la libertad de elegir, del voto secreto; fuese lo más claro y consciente posible en cada uno de los ciudadanos, para que con este gesto de buena participación democrática, comencemos a desterrar al fantasma de la corrupción y a las malas prácticas proselitistas, para que nuestro país prospere y por ende las regiones puedan desarrollar los programas de gobierno propuestos por sus dirigentes. 
Vote a conciencia y exija transparencia.


Artículo Anterior Artículo Siguiente