Hace unos días un amigo, paisano de Aranzazu, me dijo que no volvería al pueblo.
Su razón mas concluyente fue porque dos o tres veces que regreso allí, no encontró
un amigo o persona que a lo reconociera. Vino a mí memoria que igual sentimiento
me acompañó en tiempos pasados, cuando me ausenté del pueblo por más de cinco
años. Fue por aquellos tiempos cuando un presidente en ejercicio visitó a nuestra
tierra y celebraban un aniversario más de fundación. Después ese resentimiento
evolucionó a través de mis experiencias y viajes por el mundo.
Cinco años en nuestra localidad es toda una generación. Porque aquí podemos medir las generaciones por lapso de estudio secundario en los colegios. Cada promoción de egresados representa un grupo de emigrantes de nuestra población. Entonces, si dejamos de visitar la patria chica por tanto tiempo es normal que al regreso nos encontremos con un panorama alejado de las emociones que antes nos ligaron a estas calles y a estos campos. No confundir esta actitud como un desamor a la tierrita, al contrario, es una reacción equívoca al sentimiento de la nostalgia.
Ahora que tenemos estas Fiestas de la Cabuya en Aranzazu, se renueva para muchos este sentimiento. El cual debemos aprender a manejar, para que no nos juegue una mala pasada, como pasó conmigo y mi compañero en tiempos pasados.
NOSTALGIA, del griego nóstos regreso al hogar y álgos dolor. Palabra que en la concepción moderna está catalogada como negativa. Conlleva una sensación de pérdida, ausencia, de inconformidad con el presente. Dice Baruch de Spinoza, filosofo racionalista (1632-1677) que “La nostalgia es el deseo o apetito de poseer una cosa, sustentado en el recuerdo de ésta y al mismo tiempo reprimido por otra cosa que excluye la existencia de lo apetecido”.
En nuestro caso, la cosa que excluye el deseo de revivir el pasado en nuestro terruño, es la dimensión del tiempo. Quisiéramos volver al pueblo y encontrar todo casi, así como lo dejamos: esos momentos felices con los nuestros, los amigos, la familia, el colegio, las fuentes de soda, el rio, el campo, etc. Pero inexorables los años, han cambiado muchas que esas cosas y de esas personas que nos unieron al pueblo. Es el momento donde la nostalgia puede ser una mala consejera, para determinar no volver a sitio que tanto amamos.
¿Cómo enfrentar entonces esa negativa reacción de la nostalgia?
Por fortuna este sentimiento tiene un antónimo positivo. El regocijo. Dice la RAE, alegría intensa o jubilo. Acto con que se manifiesta la alegría. De mira hacia las fiestas, podemos tomar una de estas actitudes. O vamos a Aranzazu, a revivir esa época pasada de nuestra juventud por sus calles, su parque, sus escuelas y sus campos, esperando encontrar a las mismas personas, a las misas casas y las misas calles, y los mismos lugares. O vamos a ir con la actitud de ver optimistas a un pueblo que ha vivido un proceso natural de cambio, tanto en infraestructura como en sus habitantes y en muchas de sus costumbres.
Vamos a extrañar a los amigos y familiares ya idos, y a los ausentes. Vamos a extrañar a las viejas edificaciones donde pasamos los momentos interesantes de nuestra infancia y juventud. Es lo normal. Pero podemos estar muy contentos de ver que, nuestro Aranzazu no es un pueblo muerto. Ha evolucionado a través de los años. Vengan compañeros y paisanos alegres para ver a los viejos amigos, pero también de conocer caras nuevas que mueven y hacen cada día más agradable nuestra patria.
No siempre todo tiempo pasado fue mejor. Algunas cosas en nuestros tiempos fueron peores. Cada época trae sus positivos y sus negativos. Yo en lo personal me regocijo por ver un crecimiento del área urbana, que merece ser recorrida por los visitantes. El pueblo no es solo el parque. Me emociona conocer a los nuevos dirigentes y motores de la cultura de nuestro pueblo. Muchos de ellos, no habían nacido cuando deje mis estudios en el colegio Pio XI. Es increíble la cantidad de actividades recreativas para mayores, jóvenes y niños que semanalmente se realizan en nuestro pueblo. Por todo eso debemos mirar con júbilo el presente y rescatar de la nostalgia, lo positivo que pueda aportar para amar más este terruño.
Invito, a los que alguna ves han regresado al pueblo y se han sentido solos o abandonados, para que visiten más a menudo este Faro del Norte, así las nuevas generaciones los reconocerán como paisanos y ustedes sabrán que este pueblo vive y los espera. Hay gente maravillosa en los nuevos habitantes de Aranzazu, vengan y conózcalos. Hagan nuevos amigos. Caminen por las nuevas calles y barrios del pueblo y cuando regresen no estarán solos.
Finalmente, la actitud que ponemos en nuestras expectaciones, serán influyentes en los resultados que tengamos en la experiencia de vivir unas Fiestas de la Cabuya en Aranzazu. La alegría esta para todos, tómala para ti.
Cinco años en nuestra localidad es toda una generación. Porque aquí podemos medir las generaciones por lapso de estudio secundario en los colegios. Cada promoción de egresados representa un grupo de emigrantes de nuestra población. Entonces, si dejamos de visitar la patria chica por tanto tiempo es normal que al regreso nos encontremos con un panorama alejado de las emociones que antes nos ligaron a estas calles y a estos campos. No confundir esta actitud como un desamor a la tierrita, al contrario, es una reacción equívoca al sentimiento de la nostalgia.
Ahora que tenemos estas Fiestas de la Cabuya en Aranzazu, se renueva para muchos este sentimiento. El cual debemos aprender a manejar, para que no nos juegue una mala pasada, como pasó conmigo y mi compañero en tiempos pasados.
NOSTALGIA, del griego nóstos regreso al hogar y álgos dolor. Palabra que en la concepción moderna está catalogada como negativa. Conlleva una sensación de pérdida, ausencia, de inconformidad con el presente. Dice Baruch de Spinoza, filosofo racionalista (1632-1677) que “La nostalgia es el deseo o apetito de poseer una cosa, sustentado en el recuerdo de ésta y al mismo tiempo reprimido por otra cosa que excluye la existencia de lo apetecido”.
En nuestro caso, la cosa que excluye el deseo de revivir el pasado en nuestro terruño, es la dimensión del tiempo. Quisiéramos volver al pueblo y encontrar todo casi, así como lo dejamos: esos momentos felices con los nuestros, los amigos, la familia, el colegio, las fuentes de soda, el rio, el campo, etc. Pero inexorables los años, han cambiado muchas que esas cosas y de esas personas que nos unieron al pueblo. Es el momento donde la nostalgia puede ser una mala consejera, para determinar no volver a sitio que tanto amamos.
En nuestro caso, la cosa que excluye el deseo de revivir el pasado en nuestro terruño, es la dimensión del tiempo. Quisiéramos volver al pueblo y encontrar todo casi, así como lo dejamos
¿Cómo enfrentar entonces esa negativa reacción de la nostalgia?
Por fortuna este sentimiento tiene un antónimo positivo. El regocijo. Dice la RAE, alegría intensa o jubilo. Acto con que se manifiesta la alegría. De mira hacia las fiestas, podemos tomar una de estas actitudes. O vamos a Aranzazu, a revivir esa época pasada de nuestra juventud por sus calles, su parque, sus escuelas y sus campos, esperando encontrar a las mismas personas, a las misas casas y las misas calles, y los mismos lugares. O vamos a ir con la actitud de ver optimistas a un pueblo que ha vivido un proceso natural de cambio, tanto en infraestructura como en sus habitantes y en muchas de sus costumbres.
Vamos a extrañar a los amigos y familiares ya idos, y a los ausentes. Vamos a extrañar a las viejas edificaciones donde pasamos los momentos interesantes de nuestra infancia y juventud. Es lo normal. Pero podemos estar muy contentos de ver que, nuestro Aranzazu no es un pueblo muerto. Ha evolucionado a través de los años. Vengan compañeros y paisanos alegres para ver a los viejos amigos, pero también de conocer caras nuevas que mueven y hacen cada día más agradable nuestra patria.
No siempre todo tiempo pasado fue mejor. Algunas cosas en nuestros tiempos fueron peores. Cada época trae sus positivos y sus negativos. Yo en lo personal me regocijo por ver un crecimiento del área urbana, que merece ser recorrida por los visitantes. El pueblo no es solo el parque. Me emociona conocer a los nuevos dirigentes y motores de la cultura de nuestro pueblo. Muchos de ellos, no habían nacido cuando deje mis estudios en el colegio Pio XI. Es increíble la cantidad de actividades recreativas para mayores, jóvenes y niños que semanalmente se realizan en nuestro pueblo. Por todo eso debemos mirar con júbilo el presente y rescatar de la nostalgia, lo positivo que pueda aportar para amar más este terruño.
No siempre todo tiempo pasado fue mejor. Algunas cosas en nuestros tiempos fueron peores
Invito, a los que alguna ves han regresado al pueblo y se han sentido solos o abandonados, para que visiten más a menudo este Faro del Norte, así las nuevas generaciones los reconocerán como paisanos y ustedes sabrán que este pueblo vive y los espera. Hay gente maravillosa en los nuevos habitantes de Aranzazu, vengan y conózcalos. Hagan nuevos amigos. Caminen por las nuevas calles y barrios del pueblo y cuando regresen no estarán solos.
Finalmente, la actitud que ponemos en nuestras expectaciones, serán influyentes en los resultados que tengamos en la experiencia de vivir unas Fiestas de la Cabuya en Aranzazu. La alegría esta para todos, tómala para ti.