Nuevo nombre en la poesía caldense | José Miguel Alzate

Pues bien: fue fácil descubrir que detrás del libro “Viajera universal” se escondía la voz de una poeta que demostraba sensibilidad social, amor por la naturaleza, miedo a la soledad...


El libro lo descubrí en los talleres de Editorial Manigraf. Estaba en proceso de publicación mi novela “San Rafael de los Vientos” cuando me encontré, sobre el escritorio del diseñador de carátulas, el machote de una obra que saldría a circulación un mes más tarde. Inquieto como soy por todo lo que tenga que ver con libros, lo tomé en mis manos para leer algunas páginas. La lectura desordenada de varios poemas no despertó en mí, en ese momento, mayores emociones estéticas. Talvez por leerlos de manera rápida, sin mucha concentración, no les encontré entonces fuerza poética. Llegué a pensar que eran versos escritos por una mujer que no había encontrado todavía para su voz una identidad propia, que le diera dimensión artística.

El libro se titula “Viajera universal”. Su autora es una mujer nacida en Neira, que obtuvo en la Universidad de Caldas el título de licenciada en ciencias de la educación, y en la Universidad de Manizales el de especialista en neurosicopedagogía. Se llama Teresa González García, y durante varios años se desempeñó como educadora. Al querer saber más sobre su trayectoria literaria, me encontré en el libro “Diccionario de autores caldenses”, de Fabio Vélez Correa, algunos datos que me llevaron a pensar que, en realidad, me encontraba frente a una poeta que desde hacía varios años venía trabajando con la palabra, siempre buscando una identidad para su voz, apostándole a esa poesía que canta las angustias del ser humano y, sobre todo, las atrocidades de la guerra.  

Pues bien: fue fácil descubrir que detrás del libro “Viajera universal” se escondía la voz de una poeta que demostraba sensibilidad social, amor por la naturaleza, miedo a la soledad, respeto por la palabra, temor por la muerte, alegría de vivir, duda ante la existencia de Dios, compromiso con los desposeídos. Esto lo comprobé al leer, ya publicado el libro, esos poemas donde se presiente la voz de alguien que siente correr por sus venas la sangre de la desesperanza cuando advierte que camina sin premura “hacia el abismo de la muerte”, o cuando dice que un cementerio es “un mar cansado de tanta quietud enlazada con el llanto”. Leído con cuidado, este poemario de Teresa González García nos descubre a una mujer que sabe cantar sus alegrías y, al mismo tiempo, expresar sus tristezas.

La primera impresión que el libro me despertó desapareció cuando empecé a descubrir, con asombro, una voz que era capaz de decir que paz es “caminar hacia adelante sin la sombra del odio en el camino”, que la patria está desangrada por guerras fratricidas que siembran dolor en el alma, que la palabra del poeta “se esparce como un huracán de moléculas de vida talladas en filigrana de fruta madura”. Alguien que escucha “la risa de las rocas cuando corren de la mano del río”, que quiere alargar su mano ansiosa para robar amor, que camina por senderos de silencio para cultivar sus sueños, tiene que ser poeta de verdad. Un simple versificador no talla sobre las hojas de un libro poemas con tanto valor en la denuncia de la inequidad.

Después de leer el libro “Viajera universal” se puede decir que la de Teresa González García es una voz poética que trasciende por su hondura expresiva, por el vigor que hay en su palabra, por el mensaje que expresa en sus versos de fina arquitectura idiomática. Poemas como “Ecos de paz”, “Tiempo y espacio”, “Nómadas de ciudad”, “De cara a la muerte”,  y “Bajo la sombra del pasado” nos enseñan a una poeta que desgarra sus fibras interiores para cantar ese mundo cruel que la rodea, que no se contiene para denunciar las injusticias sociales,  que encuentra en la palabra la herramienta para expresar sus angustias frente al mundo. Como poeta, Teresa González García sabe que el arte debe utilizarse para decir verdades.


El de Teresa González García es un nuevo nombre en la poesía caldense. Posiblemente en la primera lectura que hice de sus versos – lectura descuidada, diría yo – no encontré ese imán que me llevaría a querer devorar su libro hasta la última página. Pero después de tenerlo en mis manos, ya editado, pude darme cuenta de que en su poesía hay elementos creativos que permiten una mejor valoración de su trabajo con la palabra. Hay que recordar siempre a Rainer María Rilke cuando decía que la poesía está ahí, que hay que entrar a ella para descubrirla, que es trabajo del lector encontrar sus valores intrínsecos. Como lector de poesía, puedo decir que en “Viajera universal”, está la voz sentida de una mujer que desnuda su alma para cantar sus preocupaciones vitales.  

José Miguel Alzate
Periodista y escritor
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