“MARÍA”: 150 AÑOS LEYÉNDOSE | JOSÉ MIGUEL ALZATE

Jorge Isaacs Ferrer publicó su novela cuando apenas contaba con treinta años de edad. Nacido en Cali el 1 de abril de 1837



El pasado mes de junio se cumplieron ciento cincuenta años de la publicación de “María”, la obra más representativa del romanticismo latinoamericano, escrita por Jorge Isaacs. Desde luego, ha sido mucha la tinta que ha corrido sobre la novela que narra el amor entre Efraín y María, vivido en la Hacienda El Paraíso, en tierras del Valle del Cauca. “María” entró en circulación en el mes de junio de 1867 con una primera edición de ochocientos ejemplares editados en la imprenta del señor José Benito Gaitán, en Bogotá. Desde entonces, ha sido una de las novelas colombianas más editadas tanto en lengua española como en otros idiomas. El personaje fue inspirado en una dama de nombre María Mercedes Cabal, quien fuera esposa de Manuel María Mallarino, presidente de Colombia en 1855.

Jorge Isaacs Ferrer publicó su novela cuando apenas contaba con treinta años de edad. Nacido en Cali el 1 de abril de 1837, empezó a escribir “María” en noviembre de 1864, mientras trabajaba en la construcción del camino al Dagua. Tres intelectuales reconocidos de la época, José María Vergara y Vergara, Miguel Antonio Caro y José Manuel Marroquín, miembros del grupo literario el Mosaico, corrigieron el libro antes de ser entregado a la imprenta. 
Jorge Isaacs se los entregó después de haberla escrito a mano, alumbrado por la luz de una vela, sometido a la picadura de los zancudos. Mientras le daba vida a la novela, el autor dormía en una hamaca, bajo un rancho hecho de palma de chonta, en un campamento denominado La Víbora.

La frase introductoria de “María” le expone al lector quién era ese niño que los padres envían a Bogotá para que inicie estudios en el colegio del doctor Lorenzo María Lleras. Ese narrador en primera persona que dice “En la noche víspera de mi viaje, después de la velada, entró a mi cuarto una de mis hermanas, y sin  decirme una sola palabra cariñosa porque los sollozos le embargaban la voz, cortó de mi cabeza unos cabellos”, tiene la fuerza literaria para encantar con una prosa de elevado aliento poético donde la naturaleza es el referente central. La descripción del paisaje, hecha con una autenticidad que subyuga, es el hilo que va llevando al lector por la exuberancia de una naturaleza en flor que parece transpirar en cada párrafo de la novela.

Muchos analistas literarios coinciden en que la novela de Jorge Isaacs se constituye en una obra que enseña a entender la historia de Colombia. Y tienen razón. “María” muestra una época de nuestra historia donde la esclavitud fue el común denominador. Luz Mery Giraldo dice que la obra muestra “cómo funcionaba nuestra sociedad, cómo se relacionaban los terratenientes con los esclavos, cuáles eran los usos y las costumbres del diario vivir, la comida de la época, la decoración de las mansiones”. Isaacs logró en “María” transmitir no sólo el idilio de dos primos que son separados por la familia por razones que el lector descubre con facilidad, sino también mostrar esa Colombia que salía del feudalismo para entrar en una época moderna.

La novela de Isaacs irrumpe con fuerza en el panorama literario de América Latina porque es una obra escrita en un lenguaje entendible, sin estructura complicada, que recoge en sus páginas el pasado de una Colombia que todavía no había entrado en el camino del desarrollo industrial. Cuando Jorge Luis Borges la leyó descubrió el encanto del paisaje como complemento de una historia que por su lirismo llegaba al alma. Para la época en que “María” fue publicada la gente se enternecía leyendo una historia de amor sin final feliz. Recuérdese que cuando Efraín regresa, María ya ha partido hacia la eternidad dejándole el recuerdo de la trenza que Ema le corta para entregársela. En un artículo publicado en la revista argentina El Hogar, Borges reconoció que la historia lo cautivó.

Existen lectores acuciosos que encuentran en “María” detalles sorprendentes. Fernando Garavito descubrió que el nombre de la protagonista aparece en el libro 427 veces. Y va más allá: dice que a lo largo de la obra Efraín le dio a su amada solamente siete besos. También señala que hay dos abrazos, uno de ella hacia él y otro de él hacia ella. Los protagonistas dieron apenas cuatro paseos cogidos del brazo y once veces se tomaron de la mano. Un lector moderno podría decir que, por esta razón, “María” es una novela ingenua. Pero no hay tal. La obra es el producto de una época donde el materialismo ni siquiera se insinuaba. En esos años la mujer no era mirada como un objeto del deseo. Colombia era entonces un país de idílicas costumbres, y eso lo refleja “María”.

 José Miguel Alzate
Periodista y escritor
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