
Atendiendo una ponencia de la magistrada Lucy Jeannette Bermúdez, el Consejo de Estado determinó restituir en el cargo de Gobernador de Caldas a Guido Echeverri Piedrahita. Por catorce votos a favor y diez en contra, el alto tribunal le devolvió al exparlamentario la gobernación al contemplar que, en este caso, se debía aplicar un principio del derecho: la confianza legítima. Esto en razón a que, como lo argumentó la magistrada, no existe una jurisprudencia clara que defina si su elección violó el artículo 303 de la Constitución. Guido Echeverri había sido separado del cargo por considerar ese tribunal que había incurrido en una reelección. El artículo en mención establece que un gobernador no puede ser reelegido para el periodo siguiente.
La magistrada explicó a sus compañeros que, como nunca se había presentado un caso de esta naturaleza, Guido Echeverri Piedrahita no había incurrido en reelección. Esta determinación de la corte, tomada después de que la misma magistrada pidiera la nulidad de su elección, sienta un precedente en materia jurisprudencial. De ahora en adelante cualquier mandatario que sea separado del cargo queda inhabilitado para aspirar nuevamente. Guido Echeverri Piedrahita debió esperar nueve meses y trece días para que el Consejo de Estado definiera su situación jurídica. El fallo le da tranquilidad de conciencia. Sobre todo porque queda claro para la opinión pública que no incurrió en engaño al elector para hacerse al cargo.
¿Qué gana Caldas con la restitución en el cargo de Guido Echeverri Piedrahita? La respuesta es: mucho. ¿Por qué razón? Por una muy simple: la interinidad frena el desarrollo. Durante el debate electoral, el ex rector de la Universidad de Caldas puso a consideración de los caldenses un Programa de Gobierno que, por contener ideas claras para construir un departamento mejor, fue respaldado por cerca de doscientos mil ciudadanos. Sus propuestas salieron de una reflexión profunda sobre los problemas de Caldas, analizadas con líderes sectoriales a través de un diálogo constructivo sobre su futuro. De haber sido declarada la nulidad de su elección, la frustración para la gente habría sido grande. Los caldenses votaron por un hombre que era garantía de una buena administración.
Si bien es cierto que durante el tiempo que estuvo Ricardo Gómez Giraldo como gobernador encargado no se presentaron situaciones que pusieran en riesgo la gobernabilidad, toda vez que el ex rector de la Universidad de Caldas gobernó durante este tiempo respetando las propuestas del gobernador suspendido, es más cierto todavía que el regreso al cargo de Guido Echeverri Piedrahita garantiza no solo la estabilidad política, sino el cumplimiento del programa de gobierno que diseñó para construir un Caldas incluyente, con equidad social y vocación de futuro. Su discurso sobrio, centrado en las posibilidades de desarrollo de Caldas, hizo que los electores creyeran en su propuesta de construir un departamento donde la educación fuera la base para transformar la sociedad.
Caldas no merecía, en momentos como estos, donde se requiere al frente de sus destinos un hombre con profunda formación académica, que la elección de Guido Echeverri Piedrahita hubiera sido declarada nula. Restituirlo en el cargo fue lo mejor que pudo haber hecho el Consejo de Estado. Porque le devuelve al departamento la confianza en un hombre que, para tomar decisiones, estudia a profundidad las implicaciones de sus actos. Guido Echeverri no actúa llevado por las emociones. Es un líder pragmático, un humanista formado en lecturas selectas. Se le reconoce, igualmente, como un dirigente ecuánime. Su vocación de servicio lo ha llevado a sacrificar posiciones donde puede brillar por su intelecto, simplemente porque quiere servirle a su departamento.
El regreso de Guido Echeverri a la gobernación ha sido bien recibido por todos los sectores sociales. Fue lo mejor que le pudo pasar a Caldas. La opinión pública sabe que de haber sido declarada nula su elección, se iniciaría un proceso desgastante, como es la realización de una elección atípica. El mandatario que resultara elegido en ese debate electoral llegaría al cargo con una serie de compromisos políticos que le impediría actuar con independencia. Restituido en su puesto, a Echeverri le queda la responsabilidad de manejar con guante de oro los recursos del departamento. Y de trabajar con empeño para sacar adelante un programa de gobierno donde el desarrollo agroindustrial es una meta para alcanzar la equidad social.
José Miguel Alzate
Escritor y periodista