Manuel Agudelo "Rivolver", uno de los últimos arrieros de Aranzazu

A pesar del paso del tiempo, y de que la cultura arriera se ha menguado por cuenta del tiempo

Foto | César López

Por ser un puente de comunicación entre el eje cafetero y Antioquia, Aranzazu- Caldas se ha arraigado de manera muy profunda a la cultura arriera. Las técnicas de transporte del inicio del siglo pasado son substancialmente diferentes a las actuales, los vehículos motorizados usados actualmente son relativamente recientes.

Las mulas fueron el medio de transporte más prominente y dieron lugar a la construcción de las brechas por donde se transitaron, por muchos años, productos del campo hacia las urbes y poblados del país.

La arriería, aún hoy, tiene fuertes incidencias en las dimensiones culturales. El arriero representa por antonomasia, una cultura que apoya su capacidad económica en el cultivo de café y otros productos que son consumidos en nuestro país y que provienen de los campos del eje cafetero.


A pesar del paso del tiempo, y de que la cultura arriera se ha menguado por cuenta del tiempo, Aranzazu aún tiene remanentes históricos de estas manifestaciones sociales.

Manuel Agudelo es posiblemente el que mejor representa al casi desaparecido gremio de los arrieros en Aranzazu, ha ejercido esta labor desde su niñez y aún hoy subsiste económicamente de esta. Su vestuario es siempre igual, acomodado al antojo de su oficio. Es completamente normal verlo con sus dos hijos, que a pesar de ser mucho más jóvenes son arrieros, atravesando por el pueblo, al que algún día fue el camino que comunicaba a las dos grandes capitales cafeteras del norte del país.

Manuel, es conocido con el sobrenombre de “Rivolver”, que es más o menos un revolver al que le fue reemplazada una letra. En su paso por el pueblo vocea sin límite alguno su presencia, no con intención de ser visto, sino con fines estrictos de su trabajo, animar a las mulas -que son muy mulas-.

No sería del todo íntegro afirmar que Manuel es el único arriero del pueblo, pero si lo es, afirmar que es de los pocos y posiblemente de los últimos. No es un secreto para nadie que mientras los días pasan, el campo se despuebla, no solo en el sentido de que se queda sin campesinos, sino también en el sentido de que su carácter de pueblo se pierde.

Johanny y Juan Agudelo, son hijos de Manuel, y junto a su padre ejercen este oficio. Han cambiado el sombrero por la gorra, pero conservan la esencia misma de la arriería. Las botas y el machete protegido por la cubierta.



Posiblemente los dos hijos de Manuel, con todo su esfuerzo, conserven a trancas y barrancas la manifestación socio-cultural que nos definen, pero hay que estar seguros, que por ser doloroso, no se evitará la desaparición total del transporte a mula, buey o caballo en nuestro municipio.

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