Doctor es un título honorífico que conceden las universidades a personas eminentes, ilustres, notables...
A diario en nuestras relaciones interpersonales utilizamos con frecuencia el termino Doctor dentro del tratamiento y respeto que brindamos a algunos de nuestros congéneres. Pero, ¿sabemos que significa realmente esta expresión de cortesía?. Veamos.
La palabra doctor históricamente ha tenido varias connotaciones, parece ser que viene del latín “doctor” o” doctum” ( persona educada ) y éste del verbo “docere” que traduce enseñar, por su parte otros entendidos en el tema afirman que el ‘doctor’ latino viene directamente del griego “ doxa” que significa opinión, el que opina. Lo cierto es que en paises latinos como Colombia culturalmente el doctor se asume a quien tiene conocimientos de algo y obviamente ha estudiado en un centro de educación superior o que tiene una posición alta y distinguida, un estatus social.
En otras naciones solamente se refieren con estas palabras al médico o a quien es especialista en alguna de las ramas de la salud, también a los abogados les decimos doctor.
Para el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua el doctor se asimila a un profesional que ha realizado estudios superiores con esfuerzo y dedicación y ha recibido el último y preeminente grado académico, que confiere una universidad o la facultad de otro tipo de establecimientos autorizado para ello, así como a una persona que enseña una ciencia y arte.
Es un título honorífico que conceden las universidades a una persona eminente, ilustre, notable, distinguida, que ha culminado estudios y trabajos de investigación (doctor honoris causa ).
La connotación de dignidad proviene de los judíos quienes denominaban “rabbis” que quiere decir maestros o doctores, a quienes se distinguían por sus conocimientos de la ley Judaica y a su vez eran los encargados de conservarla, interpretarla, aplicarla y enseñarla. En la Iglesia Católica con particularidad se referían a partir del siglo XII con el termino doctor a algunos santos, que con mayor profundidad de doctrina defendieron la religión o enseñaron las perteneciente a ella.
De tales títulos otorgados con carácter honorífico se conserva aún como primera constancia escrita.
Lo cierto es que en nuestro país hay pocos doctores con titulo de verdad que han estudiado mínimo 12 ó 13 años, incluso a la mayoría de estos doctores se han “ quemado las pestañas” y han gastado tiempo y dinero en el exterior, para alcanzar la máxima distinción o título académico, les molesta que les llamen así, pues prefieren escuchar sus nombres propios. Sin embargo, la mayoría de los profesionales rasos se dirigen a los demás con el término “doctor”, esperando que estos a su vez les devuelvan el halago y les gusta, es la tradicional “doctoritis” que ha hecho carrera en nuestro país ojala a estos doctores no se les trate así, porque se disgustan y miran mal a sus subalternos, conocidos y desconocidos, a quienes les exigen que los llamen “ doctores” para satisfacer su ego y vanidad, pues es cuestión de prestigio social. Aquí se pasa del del respeto al servilismo.
Es más importante ser señor, persona y buen ciudadano que doctor. Con gran razón se dice coloquialmente Colombia es el país de los falsos doctores y que dicho termino se ha vulgarizado en la zona andina, ya que usado para dirigirse a cualquier persona bien vestida y con corbata, pues todo el mundo se doctorea en nuestro medio, es el equívoco de los valores reales y hace parte de una cultura que denota subordinación mental y cultural. Basta solamente con disponer de bienes materiales, de recursos económicos e influencias y se pueden comprar títulos sin estudiar u obtener estos tratamientos o posiciones sociales sin problemas, pero cuán difícil es llegar a ser un señor y un caballero de verdad.
CÉSAR LÓPEZ
Director del Periódico La Brecha